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domingo, 12 de agosto de 2018

El sombrero.

Hace unos días atrás, publiqué en mis redes sociales una situación que llamó mucho mi atención. Una situación que me ocurrió a mi y que estoy segura, a más de alguien le ha pasado una situación similar y quería compartirla por este medio para los que me leen por aquí.

Como comienzo...

Para mi ser "diferente" es lo mejor que podemos tener. Siento que mientras más distintos seamos, más auténticos somos. Con nosotros mismos y con el resto. Tenemos esa identidad única, que nos diferencia y nos hace destacarnos más.
Si bien a mi me gusta que todos seamos distintos, la verdad es que no todos se mantienen así. Todos al nacer somos distintos, pero cuando vamos creciendo, vamos creando ciertos patrones, que nos hace parecernos unos con otros. No físicamente, pero si en la manera de vestir, en la manera de hablar, para entrar en distintos grupos sociales, para ser aceptados o para pasar desapercibidos. Lo cuál es una pena porque se va perdiendo esa identidad que todos tenemos y que muchos ocultan por miedo a ese rechazo. Es tanto lo que vamos cambiando, que al final nos vamos convirtiendo en uno más del montón.

Pero no todos caen en eso. Hay algunos que van más allá, sabiendo que al salirse de la fina línea de lo "común", pasamos a la vereda de lo "raro" "las miradas extrañas", "las risas que pasan a burla" o simplemente el rechazo descarado. Sin asco...

Hace unos días, me pasó a mi una situación en particular, que en algún momento me hizo sentir en el prejuicio de la gente. 
Me bastó salir a dar un paseo a la calle, para recibir todo tipo de miradas...
Los que me conocen, saben perfectamente de lo que hablo. Pero los que no, les cuento que yo soy fanática de los sombreros... me encantan, los adoro y hace unos días atrás se me ocurrió salir con uno en particular a la calle. Generalmente son todos negros los que yo uso. Pero esta vez hubo uno que cautivó mi corazón y está lleno de pelotitas de colores. Inusual para salidas a la calle en ciudades pequeñas (Nota personal)... 
En fin, para no aburrilos con mi obsesión con este accesorio, sigo con mi historia. 
Bastó unas dos horas en la calle con esta preciosura y comencé a notar unas miradas extrañas. Unas miradas 360° hacia mi persona. Miradas llenas de prejuicios. Y digo de prejuicios, por el "tipo" de miradas hacia este sombrero maravilloso. Sentía el juicio de las personas. Vi miradas feas, de desagrado, de burla y que me hicieron en algún momento sentir mal. Hasta que me di cuenta, que los que estaban mal aquí eran ellos y no yo...
Dejé de sentirme disminuida y comencé a sentir orgullo por llevar algo que me hiciera salir de lo "común" de lo que todos estaban acostumbrados. 

Si lo pienso bien, yo lo sabía. Era obvio que me iban a mirar, lo supe desde el minuto en que lo compré. Sólo que vivir esas miradas en vivo y en directo, es más molesto y doloroso de lo que uno imagina. Pero a la vez me hace tener, lejos mucha más empatía con ellos que van por la vida, con estilos, tallas, colores y tantas cosas diferentes. Y me hace lejos sentir más respeto y admiración por ellos. 
Nunca imaginé que un simple accesorio, me iba a enseñar tanto.
Este sombrero que ese día me trajo miles de miradas y me hizo en su momento sentir mal y arrepentida de haberlo comprado, se convirtió en el sombrero que en ese mismo día me regaló una lección que con gusto aprendí. 
Una lección que hoy quiero transmitir para aquellos que les gusta andar por la vida saliendo de lo "común" y sienten orgullo de hacerlo. Porque no importa lo que piense el resto, ustedes sigan bailando su propia canción. Porque yo sé que las personas no están acostumbradas a ver cosas o personas diferentes, se quedan con la comodidad de ver siempre lo mismo y a primera vista rechazan lo distinto. Eso lo tengo muy claro, pero sinceramente, en mi opinión, eso distinto que todos nosotros tenemos y de lo cual hay que sentirse orgulloso, es por lejos, lo que nos hace más increíbles y únicos. 

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